La Virgen del Rocío nos muestra el camino




Ayer me comentaba una persona que hace unos años convirtió su verano en toda una experiencia espiritual para su vida. Una novedad que nunca hubiera pensado incorporar a sus vacaciones y, sin embargo, ha sido una de las mejores cosas que le han ocurrido.

Ya en su momento, después de un parón obligado por un accidente de tráfico, comenzó a darse cuenta de que necesitaba un cambio radical en su historia. Siguió su proceso de recuperación al pie de la letra, pero continuaba planteándose ese cambio tan urgente. No sabía cómo sería, dónde debía producirse ni cuándo se iba a realizar, pero lo cierto es que fue como Dios quiso que fuera: con la Virgen del Rocío por anfitriona de la celebración a la que fue invitada, en la Aldea marismeña, con un paisaje inigualable y en una fecha hermosamente mariana, la del Pilar.

En su viaje, todavía sin terminar, hizo la primera parada en Fátima. Allí participó en cultos, actos y actividades programadas por el grupo con el que iba. Impresionada por el silencio del lugar, recreándose en lo que Dios le estaba dando a través del respetuoso silencio que envolvía la Iglesia, emocionada por los sentimientos que afloraron en su corazón, lloró agradecida por todo lo que estaba recibiendo.

Su segunda parada fue en Huelva, donde pudo disfrutar de ratos de ocio, de charlas de amistad hasta altas horas de la madrugada en las que se ponía de manifiesto, una y otra vez lo que, desde su accidente le venía aconteciendo.

Desde Huelva se desplazó a la Aldea a visitar en más de una ocasión a Nuestra Señora del Rocío, que fue testigo y propiciadora de que el giro que su vida necesitaba se produjera.

Algo me dice que la Virgen del Rocío le mostró a su Hijo de manera especial, y lo sigue mostrando incitándole a que se convierta en un gran amor para ella, ayudándola a descubrir la riqueza que supone mirar a Jesús y seguirle, dejándolo todo, desde donde se está, desde el hogar, el trabajo o la reunión de amigos, pero seguirle sin reservas.

¡Qué alegría es que alguien que terminó la primera parte de sus vacaciones te cuente que “estuvo muchos ratos con Dios” y se sintió aliviada de su carga, con fuerzas para caminar y con más ganas de estar con Él y de permitirle a la Virgen que Ella, entonces ahora, sea quien le muestre el camino!

¡Qué alegría es que alguien que las empieza tenga dentro de sus planes disfrutar de Dios y dejarle a Él disfrutar de nosotros!

Así también se hace el camino del Rocío.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es