El trigo y la cizaña



Hay momentos en la vida que sentimos estar rodeados de trigo y otros que parece que la cizaña es la que intenta acabar con la cosecha que nos rodea. Pero ambos, según nos contaba Jesús en una parábola, deben crecer juntos.

Quizá desearíamos de inmediato acabar con la cizaña, arrancarla de nuestro alrededor y dejar que ante nuestros ojos sólo aparezcan paisajes primero verdes y luego dorados, sin embargo los tonos que manchan el paisaje deseado también deben estar ahí, enseñándonos a fortalecer nuestro interior, ayudándonos a crecer sabiamente con esa misteriosa lección divina que, sólo los que tienen la valentía de darle las gracias a Dios, incluso por esas hierbas inoportunas, saben reconocer.

Nos pasamos la vida pensando en la cizaña, pero hay que tomar la decisión de contemplar una y otra vez los campos de trigo, donde además de verdes y dorados, de ramas secas y feas, también nacen alfombras rojas de hermosas amapolas.

Y no somos nosotros los llamados a cortarlas de raíz. Es Dios, que hizo nacer el sol para buenos y malos, quien tiene en sus manos el poder suficiente para hacerlas crecer y desaparecer cuando lo desee.

¡Cuánta cizaña hubiera cortado la Virgen del Rocío, que presenció todo el daño que se le estaba haciendo a su Hijo! Pera Ella fue fiel al mensaje de Amor que Él mismo traía y permitió que hasta en eso se cumpliera su Palabra.

Seamos tolerantes, actuemos con el bien en las manos, llevemos el Amor a nuestras obras, dejémonos conducir por el Pastorcito Divino, ya se encargará Él de quitar de delante lo que puede estropear la cosecha.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es