La Hermandad del Rocío de Emigrantes celebró el canto de la Salve




Manuel Jesús Montes y el coro de Emigrantes nos recuerdan que “El Rocío es Ella”.

Un día más, la Salve interpretada por el grupo de tamborileros de la Real Hermandad de Emigrantes de Nuestra Señora del Rocío anunciaba que en su capilla se iban a vivir nuevamente momentos únicos en este Rocío de luz como recordaba el presidente de la corporación rociera, Inocencio Forcén, quien daba la bienvenida a los asistentes, entre los que se encontraba una representación del grupo municipal del Partido Popular, Pilar Marín y Jaime Pérez, y presentaba a los encargados de hacer vivir unos instantes íntimos junto al Simpecado, Manuel Jesús Montes, periodista onubense, y el coro de Emigrantes.



El hermano mayor José Antonio Ortiz también tuvo palabras sentidas para ellos, realizándole la promesa a su hijo Javier de que el año que viene le acompañaría a caballo para estar junto a la Virgen del Rocío, tampoco quiso dejar pasar la ocasión para agradecer el trabajo que diariamente viene realizando en las instalaciones de la casa de hermandad Gema de Cozar.

El coro de Emigrantes, que había sido invitado por la Matriz para que la noche del domingo al lunes de Rocío hubiera cantado durante el Santo Rosario, que debía celebrarse en la plaza de Doñana con la participación de todos los simpecados de las hermanas filiales, interpretó ‘Emigrantes a tus plantas’. Dando paso a una exaltación que Manuel Jesús Montes dedicada a su tío, “un hombre bueno, que estos días emprendió el camino definitivo”.



El joven periodista comenzaba su profunda reflexión diciendo. “Andaba, como de costumbre, con el ansia hiriente del folio en blanco. Buscando ese rayito de luz que, de pronto, se convierte en primer paso. ¿Por dónde empezar? ¿De qué hablaros?¿Cómo hacer para llenar junto a vosotros este vacío, este eco sin eco? Y esa luz se hizo en el destello inapelable de cuatro palabras que, juntas, son la mayor sentencia y la verdad primera: El Rocío es Ella”.

Montes no olvidaba que a esas horas “estaríamos festejando que ya fue la presentación. Que ya vivimos el momento de dos conchas frente a frente, la Madre y la Hija, como dos grandes abrazos deseosos de abrazarse. Que el camino fue mejor que soñado. Que a Nono se le inundaron los ojos de lágrimas viendo a Javier de su mano compartiendo el momento más grande de su vida y que Javier, puede que sin saberlo, habría recibido de su padre la gran enseñanza que un padre le puede legar a un hijo: la del amor por encima de todas las cosas. Que nos habríamos acordado con alegría, a pesar de todo, de la ausencia de Eduardo, porque él no habría permitido que fuera de otra manera, rindiéndole homenaje contando sus sevillanas”.



También tuvo palabras de recuerdo para el fundador de Emigrantes señalando: “Y estaríamos celebrando la dicha de que un año más habríamos cumplido el sueño de Juan Gil Zamora, aquel que se fue cimentando en la lejana Alemania que él fue capaz de impregnar de Rocío. Se ha ido tranquilo y en paz. Con la certeza de que todo mereció la pena porque la semilla germinó y se hizo hermosa en la mejor tierra posible que es vuestro orgullo por ser Emigrantes, que es la tierra de María Santísima”.

Volvía a insistir Montes, “Es, más que nunca, el Rocío de la Virgen. De la Virgen y de nosotros porque solo estamos nosotros y Ella. Es el Rocío de mirarla más que nunca. De escucharla más que nunca y de sentirla más que nunca. Es el Rocío de la espera y también el de la esperanza porque no es ahora, pero será. Sabemos que será porque el Rocío es Ella y Ella está siempre”.



Volvían a sonar las voces de los miembros del coro de Emigrantes, acompañados de guitarra, pandereta y castañuelas para interpretar una hermosa composición que lleva por nombre ‘Qué tiene Emigrantes’, que, como no podía ser de otra manera, llegó a los corazones de todos los hermanos y devotos de la hermandad.

Finalizaba el orador proponiéndonos que nos detuviéramos para preguntarnos por lo que vamos al Rocío diciendo: “Que cada minuto de todos los minutos que nos quedan por delante sean lunes por la mañana cuando el mundo entero quisiera ser el eucaliptal del Rocío y todos quisiéramos ser tú, Emigrantes. Solo Ella y solo tú. La vida. Y Ella es la vida. Y el Rocío es Ella. Así que, claro que es Rocío, un Rocío diferente, pero un Rocío de luz. De espera y de esperanza. De esencia y de raíz, de familia y de amigos. De cercanía y pequeños detalles. De silencio y alma en paz. De recuerdos y vivencias. Del ahora mismo porque no hay más tiempo que ahora mismo. De miradas limpias y palabras ciertas que no necesitan decir más”. “Sacudíos, pues, la soledad que nubla vuestros sentimientos, revestíos de la dicha de ser rocieros y de ser emigrantes y quedaos en la certeza de que este más que nunca es el Rocío de la Virgen, que es el Rocío de la vida. Que así sea”.

Terminaba una hermosa jornada con el canto de la Salve y los vivas a la Virgen del Rocío, Reina de las Marismas, Patrona de Almonte, Pastorcito Divino, Hermandad de Emigrantes y hermano mayor.