El trabajo en equipo: todo un arte



Por mi situación privilegiada de informadora de Rocío me convierto, a veces, en confidente de alguna que otra situación delicada vivida en el seno de nuestras Hermandades rocieras y de sus Juntas de Gobierno.

Pienso, ante todo, que “los trapos sucios se deben lavar en casa”, como viene acertando éste dicho oído desde mi niñez. Sin embargo, haciendo una especie de resumen de lo que más se repite en unas y otras, destacaría dos temas que, dada su repetición, deberían tomarse en serio.

El primero es cuando dentro de una Junta de Gobierno te encuentras con una parte que desea hacer cosas, programar, aportar ideas en la práctica y se tropiezan con los “peros” y las pausas de la otra parte: “Sí, pero ahora no es el momento”, “Sí, pero en esta Hermandad eso nunca se ha hecho”, “Sí, pero no creo que estemos preparados para ello”…

Sin querer, nosotros mismos ponemos piedras en el camino. Nos dejamos arrastrar por el miedo y sería conveniente recordar, en esos momentos, lo que Jesús dijo a Pedro cuando sintió que se ahogaba “Hombre de poca fe, por qué dudas”.

Quizá podríamos comenzar por alimentar nuestra Fe, pensar en positivo y empezar a caminar. Quizá los que hicieron cosas antes tengan que dejar hacer a los que están ahora. Quizá sea necesario remar en la misma dirección. Quizá hay que conservar lo bueno pero también abriéndose a lo nuevo, o incluso a abarcar temas que nunca se han tocado o realizar actividades que jamás se pusieron en práctica y que pueden ser, igualmente, enriquecedoras para todos los hermanos.

El segundo es cuando la introducción de “novedades” por parte de gente joven, -y no lo digo por la edad, sino más bien por la mente y por la renovación de ideas-, crea malestar en mentes más ancladas, que se sienten más seguros haciendo lo que ya se sabe que gusta pero sin dar pasos para hacer aun más, que también puede gustar y, sobre todo, ayudar. Unos actúan y son felicitados, otros no actuaron pero sienten cierto resquemor pensando que los felicitados podrían haber sido ellos si lo hubieran hecho antes.

Creo que el secreto está en olvidarse por completo de quién figura cuando algo bueno se pone en marcha y caminar en la misma dirección para el bien de la Hermandad, porque todo cargo, sea cual sea, es transitorio y lo que queda es lo que se hizo bien, lo que se hizo mal o lo que no llegó a hacerse.

Trabajar en equipo es, -y lo digo por experiencia personal-, una de las mejores experiencias que se pueden tener, siempre que se tenga sentido de equipo y no de individualismo. Desde el momento que alguien emplea la frase errónea de “Yo quiero organizar, hacer…” deja de existir equipo y termina por disuadirse el grupo. Pero cuando nadie proyecta a espaldas del grupo, cuando no se expone una idea hasta que todos están reunidos a la vez, cuando nadie comenta con nadie, sino con todos, entonces la pertenencia al equipo, en este caso a la Junta de Gobierno de una Hermandad del Rocío, a la Hermandad del Rocío en general, acaba por fortalecerse y se establecen lazos de unión que empujan el monte hacia el mismo lado, si hubiera que cambiarlo de sitio.

Y hay gente muy buena que tiene verdadero arte para formar parte de un buen equipo.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es