Nunca llueve a gusto de todos




Las modas, que van y vienen a su antojo, las decisiones, la decoración de una casa, la pintura de un edificio, los cuadros de un museo, la forma de escribir de este o aquel escritor… Todo se mueve según lo miremos y todo vale el valor que le demos.

Nunca llueve a gusto de todos, porque lo que para unos es moda, para otros es lo último que se pondrían; las decisiones que para unos son acertadas, para otros son el error más grande jamás cometido; la decoración elegida para el interior o el exterior de una casa que para unos es estar a la última, para otros es demasiado básica o demasiado ostentosa; la pintura de un edificio que para unos es luminosidad, para otros es un horror a la vista; los cuadros de un museo que para unos son las obras pictóricas más bellas, para otros son manchones de pinturas sobre un lienzo que no le dicen nada; la forma de escribir de un escritor que para unos es la palabra idónea y mejor escrita, para otros son un puñado de frases que no hay quien entienda… Todo se mueve según lo miremos y todo vale el valor que le demos.

Porque, sencillamente, lo que nos gusta es lo que nos llena y no estamos obligados a tener los mismos gustos que los demás, ni a que nos llenen las mismas cosas, las mismas historias, los mismos pensamientos.

Unos prefieren el verano y otros prefieren el invierno. Hay quien se escapa a la montaña y hay quien escoge la orilla de una playa. Están los que buscan viajar lejos siempre que puedan hacerlo solo en tren, y están los que, aunque viajen cerca, quisieran hacerlo siempre en avión.

Hay quien daría lo que fuera por estar viajando continuamente, y hay quien se siente privilegiado disfrutando de las vistas de su hogar.

Algunas personas, para ver una película, rastrean las listas de temática de terror y otras estarían en pleno mes de agosto viendo películas navideñas.

Y es bueno que no llueva a gusto de todos. Porque, incluso dentro de nosotros, se producen cambios sorprendentes entre lo que elegíamos durante un tiempo y ahora ni recordamos.

Toda esa lluvia, que unas veces es suave y serena y otras torrencial y tormentosa, podemos aprovecharla a nuestro favor, porque todos los cambios que suceden en nuestras vidas, todas esas modas que van y vienen, todos esos momentos que unas veces nos gustan y otras dejan de interesarnos, son favorables si sabemos hacer lecturas de todos ellos.

A través de esos cambios, Dios nos habla, nos seduce, nos conduce, nos enseña y nos ayuda.

Nada pasa por casualidad. De todo lo que vivimos y sentimos, hay algo con lo que quedarnos y algo de lo que desprendernos para seguir avanzando.

Pidamos luz a nuestra bendita Madre del Rocío, porque su Rocío es luz y esperanza y nadie como Ella es capaz de iluminar los caminos que llevan al bien, y así aprendamos a discernir cómo sacar provecho de esa lluvia que, de manera visible unas veces, y otras sin que nos demos cuenta, cae cada día sobre nosotros.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es