La persona que tiene paz es la más rica del mundo




Últimamente se habla tanto de la guerra, de las injusticias, que parece que se nos hubiera olvidado el inmenso valor de la paz, a quien hoy se dedica el día mundialmente.

A lo mejor tenemos que hablar más de ella y, sobre todo practicarla. Porque personalmente, creo que la persona que tiene paz es la más rica del mundo.

Hay personas que han profundizado tanto en la paz, que la irradian sin buscarlo, la reflejan en el rostro, en la sonrisa, en los detalles, en los gestos y en su vida. Incluso, en esas situaciones complicadas y en ambientes donde la tensión se corta con la hoja de un cuchillo, la presencia de estas personas tiene tanta fuerza, que acaban suavizando los momentos más ásperos.

No pierden demasiado tiempo en hablar de la paz, simplemente la dan, la transmiten, la contagian y vuelven a alimentarse de ella para volver a hacer lo mismo.

Porque la paz no se consigue solamente bajando las armas. La paz empieza primero en ti, entre los miembros de tu casa, en las visitas al Sagrario, en la participación de los Sacramentos, en una oración ante la Virgen.

No se tiene más paz por decir más Vivas a la Virgen del Rocío, sino por hacer que el Rocío viva en las actitudes cotidianas y en las cosas más sencillas.

Es verdad que visitar a la Virgen, encontrarnos frente a Ella, respirar el aire de la marisma, sentir cómo el silencio se llena de su presencia y cómo los vacíos dejan de existir, acaba invadiéndonos de una paz con gran peso en el corazón, pero si cuando abandonamos el Santuario, el entorno, el lugar, y llegamos a nuestros hogares, no somos capaces de usar esa paz para llevarla a los momentos que nos agradan menos, nunca conseguiremos la serenidad auténtica en el alma, esa que es capaz de cambiarlo todo.

Por eso es tan necesario que no perdamos la ocasión de intimar con el Señor, porque la paz se alimenta de la oración, y pedirle con humildad que jamás la perdamos, ni en las situaciones de efusividad ni en las que nos sentimos por los suelos. Nunca. Que nuestra paz no dependa del momento que vivimos, sino que seamos nosotros los que con la paz en el corazón hagamos que los momentos sean inolvidables.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es