No tengas miedo de abrirle las puertas a la Navidad




No tengas miedo de abrirle las puertas a la Navidad. Así como hay personas que en estos días sienten cómo se llenan de luz los corazones, también hay quienes soportan una carga de sufrimiento en sus vidas, de situaciones que no están bien resueltas y que parecen bloquear la entrada a todo buen sentimiento.

En lugar de esas bondades que afloran en unas personas, en otras se incrementa el malestar, se sienten más deprimidos y desolados y solo quieren pisar un acelerador para que estos días de diciembre y del comienzo de enero pasen cuanto antes.

Ábrele las puertas a la Navidad. No tengas miedo de ella. Recuerda que Navidad es igual que Buena Nueva, buena noticia. Abre tu corazón y, sobre todo, disponte a recibir buenas noticias en tu vida. Pídele a la Virgen del Rocío que no te aparte de su mirada y que sean sus ojos la luz que te lleve a puerto seguro, como si fueran aquella estrella de Belén que guió a los magos para encontrarse con Dios, recién nacido.

Tal vez soportaste mucho dolor durante el año que va quedando atrás, no tengo la menor duda de que habrás tenido momentos que no desearías para nadie, que pensaste tirar la toalla, abandonar la persecución de tus sueños y te quedaste exhausto en el camino, cansado de una lucha a la que no le ves fin.

Pero también creo que tendrás motivos para seguir adelante, y que esos motivos son suficientemente fuertes como para que no te quedes quieto.

No tengas miedo, amigo lector, de abrirle las puertas a la Navidad. Ábrelas con todas las fuerzas de tu corazón, ábrelas aunque sientas que no tienes fuerzas, si tú no puedes, ya verás cómo alguien habrá que te ayude a empujarlas hasta que lo consigas.

Déjate llevar por las manos de la Virgen, sí. Cierra los ojos y mírate en ellas, descansa tu cabeza en su corazón, porque su corazón escucha lo que tú no eres capaz de expresar, su corazón es capaz de serenar esos pensamientos imparables de darle vueltas a todo.

Ella tiene la mejor de las noticias para ti. Ábrele las puertas, abre tus ojos a la luz y tus oídos a la Palabra de Dios, que viene a hacerse carne para quedarse para siempre entre nosotros.

Prepara tu alma como si fuera la mejor estancia para el Pastorcito Divino, y déjalo hacer en ti lo que le dé la gana, porque siempre va a ser mejor lo que Él quiere para ti que lo que quieras tú mismo.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es