Tocar fondo y salir a flote




Hay momentos en que las personas sienten tocar fondo y es justo en ese momento cuando notan en su interior cómo una fuerza las impulsa a salir a flote, a saltar para sacar la cabeza del pozo en el dicen estar metidas.

Se han visto casos impresionantes de sanaciones de heridas en el alma, son las que no se ven pero las más dolorosas, y los que salieron victoriosos de esas situaciones de dolor testimonian su fe en Dios a pesar de todo, manifiestan su confianza en la Virgen aun cuando no tenían motivos aparentes para seguir confiando.

La Virgen, a la que nosotros los rocieros nombramos como Rocío, es una intercesora infalible para los que persisten y permanecen inamovibles a sus plantas. Es la que ruega sin cesar por las cosas que nos preocupan y por los problemas que nos pesan. Ella rocía con su mirada amorosa el corazón de aquel que es el fruto bendito de su vientre, y los dos consiguen que la bondad de Dios Padre atienda las súplicas que llegan en sus manos.

La llamamos una y otra vez y, a veces, incluso en medio de un vacío que nos aterra, sacudidos por el oleaje impetuoso de la desesperación, seguimos buscándola porque en el fondo de nuestros corazones sabemos que es Madre, la única Madre que jamás nos fallaría ni nos dejaría a nuestra suerte.

La Virgen es el trampolín idóneo para saltar a las manos de Dios, ponerse a la luz de su mirada es la mejor fórmula para tomar el camino indicado, y perseverar en la oración confiada a Ella es una puerta abierta al corazón generoso del Padre.

Ya sea que saltes, grites o guardes silencio, Ella escucha siempre, Ella atiende siempre, Ella nos protege siempre. Su Rocío es hoy una realidad de fortaleza y paz para los que le confían su vida.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es