Tú puedes cambiar el mundo



Nos reímos cuando alguien ofrece un mensaje esperanzador a quienes lo escuchan. No importa de qué siglas políticas, de qué religión pueda proceder una palabra alentadora, lo importante es que tú puedes cambiar el mundo. Fue a ti a quien Dios te concedió la vida, se te otorgó la libertad de elegir entre el bien y el mal, se te dio la capacidad de decisión y se te facilitaron todo tipo de instrumentos para dar pasos en un sentido o en otro.

¡Queremos la paz!, gritamos desde cualquier país de la tierra, pero nadie hace nada desde su posición por construirla. La paz se construye con los hechos, aunque quede tan bonita con solo nombrarse.

Si vives irritado contigo mismo, no estás favoreciendo la paz en el mundo. Si respondes con agresividad y con malas contestaciones a los que viven a tu lado, no estás favoreciendo la paz en el mundo. Si en el trabajo eres un insoportable, y esperas que algún compañero caiga para saltar por encima de él, no estás favoreciendo la paz en el mundo. Eso es empezar una guerra, con ello no haces sino amasar los ingredientes que la originan, encender la mecha que corre como la pólvora y contribuir a su extensión inmediata.

Pero, ¿y si cambias el interruptor de tu corazón? ¿Crees que perderás algo si lo intentas? Es cuestión de práctica, hasta que se convierta en uno de tus hábitos, igual que hiciste habitual otras formas de conducta. ¡Vuélcate en sonreír! ¿De verdad crees que hay algo más enriquecedor que una sonrisa en el rostro de quien te está mirando? ¡Sonríe con sinceridad de corazón! No pierdas el tiempo dándole importancia a cosas que realmente no merecen la pena. Interésate por hacerte la vida agradable a ti mismo, verás cómo enseguida consigues hacérsela agradable también a los demás.

No busques pretextos, por más idóneos que te parezcan, para juzgar a otros. Analízate sin reprocharte nada, dejando en las manos amorosas de la Virgen el trabajo que a Dios todavía le queda por hacer en ti.

No hurgues en las viejas heridas. Aunque queden cicatrices haz que te sirvan para no caer en los mismos errores, para ayudarles a otros a curarse de las suyas.

Para Dios no hay nada imposible. Lo dicen cada uno de los libros del Antiguo Testamento. Lo rubricó Jesús con su Vida y con su Palabra. Lo divulgaron los Ángeles enviados del Padre. ¡Abandónate en las manos de la Virgen del Rocío! ¡Déjate querer por Ella, pídele al Pastorcito Divino la fortaleza para no desfallecer intentando la transformación más importante que puedas experimentar: la tuya propia. Y no permitas que nadie te engañe, sólo hay un Salvador: Cristo. Y no son los otros, sino tú, con la ayuda de Dios, quien puede cambiar el mundo.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es