¡Bienvenido, agosto!




Después de un mes de julio histórico, -también en lo que al calor se refiere-, bienvenido seas, agosto, a ver si se cumple aquello del conocido y antiquísimo refrán: “En agosto, frío al rostro”.

No es que quiera yo estar tiritando de frío, pero no se te ocurra venir con olas aplastantes de calor, que ya el mes que te antecede ha venido repleto y ha sido muy espléndido en altas temperaturas. Tenemos restos todavía, así que no te esmeres; tú a lo tuyo, temperaturas normalitas veraniegas, y por la noche, refrescón para poder lucir el jersey de hilo, que ya ni los hacen… Total, para lo que sirven.



Pero darte la bienvenida te la doy de todo corazón, señal de que hemos llegado a alcanzarte, estamos vivos, participamos de verte en el calendario del 2020 y, además, nos tienes en vilo durante siete años, porque hacemos una cuenta que ni los Mayas cuando calculaban principios y finales del mundo. Nuestra cuenta es más corrientita, (no te hablo de la del banco, esa para otro editorial), te hablo de la cuenta de las visitas de la Virgen del Rocío a su pueblo de Almonte. Mejor que tú, agosto, nadie conoce esos viajes que se fijaron cada siete años y que, llegando el almanaque a éste punto, señalamos el primer día y señalamos el 19, cuando nos va quedando menos para que vuelva a producirse ese momento anhelado y único. Se realiza la cuenta de siete en siete, desde el último, y superado un nuevo tramo del trayecto, sentimos que la cuenta se acorta y no sabes cuánto nos alegra verte llegar a nuestras vidas.

Se me pone piel de gallina cuando finiquitamos el 31 de julio y pasamos la hoja del almanaque y apareces tú, el mes con el que más sueña Almonte, y aunque te sueñe Almonte porque regresa Ella a su pueblo, también te sueño yo, te sueño y me deleito en este encuentro que tenemos nosotros cada vez que llegas y nos emocionamos como cuando se encuentran dos amigos de siempre.



Habrá gente que salga hoy de vacaciones, otros que se incorporan a su trabajo, muchos que no saben ni lo que son vacaciones y que darían lo que fuera por trabajar. A todos se los presento a la Virgen del Rocío, rogándole que para cada uno este mes tenga estampas que se nos queden grabadas en el corazón por alegrías compartidas, por bendiciones recibidas, por sueños cumplidos y por metas alcanzadas.

Que el Pastorcito reparta su amor entre los rocieros y la Virgen nos enseñe a administrarlo y a ser reflejos de sus maravillas.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es