Los enfrentamientos electorales de las Hermandades del Rocío



Cuando se celebran elecciones en las Hermandades, se arma un zipizape que requiere de todas nuestras energías. Si hay una candidatura, todo el mundo anima a la misma persona y al grupo que la acompaña. Si hay dos o más, el tema cambia considerablemente, se crean “bandos” para apoyar a una u otra, y los bandos están a la defensiva ante cualquier mínimo comentario, porque todo nos parece que tenga que ver con los candidatos y nos convertimos en defensores a ultranza de aquel o aquella persona a quien pensamos dar nuestro apoyo.

Triste es ésta realidad, desde luego, porque los enfrentamientos en el seno de una Hermandad deberían cortarse de raíz, para que nada manche el nombre de la institución a la que se pretende representar.



Cada vez que se aproxima un cabildo de elecciones en las Hermandades del Rocío, nosotros –cuyo papel no es otro que el de informar-, nos convertimos en “confidentes” de las artimañas que se urden para ir a favor o en contra de las candidaturas presentadas y, algunas, créanme, amigos lectores de periodicorociero.es – Periódico Digital Rociero, son de poner los pelos de punta.

Sorprende cómo para alcanzar el “puesto” más alto, los que antes estaban enemistados se alían para formar un frente ante otro hermano, considerado adversario, desde el punto y hora en el que decide presentar un proyecto para llevar a cabo en su Hermandad. Sorprende cómo se levantan calumnias o injurias para que una persona no llegue a ocupar el codiciado “puesto”, o cómo se echa mano de los de alrededor para destapar cualquier indicio de una vida privada que no sea vista como la más adecuada para que alguien no llegue a tener la vara que más brilla. Sorprende de lo que el ser humano es capaz de hacer por ocupar el “puesto” más alto.



Y más sorprendente es aún cuando se presenta un buen grupo para coger las riendas de la Hermandad, con un espíritu de trabajo y entrega dignos de los más altos héroes, pero desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, cuando los hermanos respaldan a otra candidatura. De forma vertiginosa, desaparecen las ganas de trabajar por la Hermandad, de proponer nuevas ideas, de estar para lo que se necesite… Quienes se presentan a Hermanos mayores, presidentes, y cada uno de los cargos que componen una junta de gobierno, deberían tener muy claro que en la directiva de una Hermandad se está para servir y no para ser servido. Se está para que brille el trabajo de todos y no para resplandecer como si fuera solo el trabajo de la cabeza más visible, se está para trabajar en equipo y no para fomentar el individualismo, se está para buscar el consenso y no para imponer la razón de uno mismo, se está para vivir el amor fraterno y no para empañar a la institución con el amor propio.



Cuando eso se tenga claro, entonces poco importará si se tiene una vara o si no se tiene, porque todos los hermanos cerrarán filas en torno a aquella persona que, en un periódico concreto de tiempo, va a representarlos y a exponer las decisiones tomadas por la mayoría. Los “puestos” o “cargos” son transitorios, después solo quedará lo que se ha hecho bien o lo que se ha hecho mal, pero el nombre pasará mientras perdurará la Hermandad a la que queremos, de la que somos parte y por la que debemos trabajar en conjunto, dentro o fuera de la junta de gobierno.

Cada año, si no es en una es en otra, se repiten estos episodios en el seno de nuestras corporaciones. Yo espero que algún día, todos vayamos a una y el sentido amplio de la palabra Hermandad, lo vivamos con la intensidad que merece y con el respeto que se le debe. Y cuando los hermanos, por el derecho que les otorgan sus reglas a decidir quién o quiénes les parecen mejor para regir una legislatura, hayan elegido con sus votos, todos seamos un solo corazón y una sola alma para ayudar en lo que humildemente se pueda a sus representantes. Esa y no otra, es la forma que, a mi entender, más le puede agradar a nuestra bendita Madre del Rocío.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es