Esos pequeños detalles

Ya ha llegado un día nuevo.
Ya me he despertado pensando en el Rocío otra vez.
Ya me he puesto a buscarte en el cuadro de mi habitación, a ver si me estabas mirando, y me mirabas.
Ya me ido a tomar el cafelito y le he puesto un tachón al calendario que hay colgado en la cocina... ¡Un día menos!
Me he duchado, me he vestido y he llegado al trabajo y le he puesto el tachón al calendario de mi despacho.

Y uno de mis compañeros, (como casi a diario) me ha sonreído y me ha vuelto a preguntar: ¿Buenos días, cuántos días quedan hoy?
Y yo también le he respondido sonriendo: Ya queda uno menos, ¿y tú qué? ¿Cuándo te vas a decidir?
Y él me ha contestado: Cuando menos te lo esperes... Y he empezado mi trabajo.

En mi mesa, hay una foto de mi familia y otra que es de la misma medida con una foto de la Virgen. Respondo el teléfono y sin querer le he dado. Cuando he terminado de hablar he puesto la foto derecha y he vuelto a sonreír mientras la miraba: "Desde luego, Rocío, no me dejas ni hablar por teléfono".

Abro el ordenador, mientras miro el correo se va abriendo mi ventana con fotos de la Virgen, vestida de Pastora y de Reina, y entro y leo y me recreo y me quedo medio extasiado con la Virgen y con mi gente, y si no es porque llaman a la puerta o me suena el móvil, no me despierto, porque es de esas cosas de las que no te quisieras despertar.

Y es que resulta que la Virgen es mi Madre, es mi Amiga, es mi Compañera, es mi tesoro y es cotidiana para mí, porque en todo lo que hago aparece, en todo lo que pienso se mete, en todas mis conversaciones termina por salir su nombre... ¿Cómo puede resumirse eso?

Eso es, para mí, AMOR de mí por Ella y de Ella por mí.

Son los pequeños detalles de cada día, que cuando me voy a la cama me llevan a decirle de nuevo: GRACIAS, MADRE.