Otoño

Llegó el otoño y con él, los días grises, las habituales lluvias, las nubes cubriendo el sol que lucha por seguir calentando como en verano sin conseguirlo, el viento en lugar de susurrar vocifera, la noche le roba minutos al día, las hojas caen de los árboles...Y aquí estoy yo, añorando tu cielo por Pentecostés, los rayos de sol reflejándose en tus ráfagas y corona en esas primeras horas de la mañana de tu procesión, el confortable relente al caer la noche después de un bochornoso día...

Sólo hace un mes que no piso el suelo de tu ermita y ya anhelo sentarme en un banco y hablar contigo frente a frente, mirándote a los ojos.

Te siento a mi lado siempre, pero necesito verte, estar contigo, verte sonreír.

Mientras llega ese momento, la lluvia es el rocío que esparces por los campos marismeños; la alfombra amarillenta que forman las hojas en las aceras, arena de tu aldea; el viento flauta que entona una plegaria dedicada a Ti.

Melancolía, nostalgia, añoranza, morriña... Llámalo como quieras, Rocío, vuelvo a contar los días para volver a encontrarme contigo.

Pasan rápidos los días del almanaque, haz mucho más cortas las horas, haz que la espera dure un suspiro.

Así sea.