Vestida de sol

Vestida del sol:

“Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. [Ap 12, 1]

De esta manera nos describe san Juan en el Apocalipsis a la Virgen María en aquella visión que tuvo en su destierro de la isla de Patmos, y así vemos a la Santísima Virgen del Rocío. Ahora, ya próxima la celebración de Pentecostés, cuando ya las hermanas camaristas han bajado la sagrada imagen del espacio central del retablo, la han colocado en su paso procesional y la han vestido para que luzca por las calles de la aldea de su nombre como Reina de las Marismas, vemos a la Virgen vestida de sol reluciente, quizás con algo de más viveza ese brillo áureo debido a que este año estrena un traje.

El sevillano taller de Santa Bárbara, capitaneado por Joaquín López y Juan Areal, ha sido el horno en el que se ha ido cociendo durante dos años esta obra que hace tan sólo unos días veía la luz y que hoy, gracias a Dios, ya luce la Santísima Virgen del Rocío. Tisú de plata bordado en oro a realce, han conseguido un conjunto de marcado estilo barroco, complementado con incrustaciones de cabezas de querubines realizadas en madera tallada y policromada, obras de José Antonio Navarro Arteaga, destacando entre todas ellas, la cabeza de un ángel del manto que aparece dormido y tocando una gaita.

El que ya se conoce como Traje de Pentecostés recibe su nombre del motivo principal que aparece en el manto, la escena de la bajada del Paráclito sobre la Virgen María y los Apóstoles, que tan bella y magistralmente ha bordado Juan Areal con hilo de seda de colores.

Por supuesto, la Virgen del Rocío va vestida del sol, por lo que la ráfaga barroca que regalaran los hermanos almonteños Tello de Eslava en el primer tercio del siglo XVIII, junto con su media luna, visten a la Virgen tal cual Juan nos describe a la mujer del Apocalípsis, complementando su atuendo la corona que se hiciera “ex profeso” para la coronación canónica que se llevó a cabo en 1919. Obra ésta del orfebre de la Catedral de Sevilla, don Ricardo Espinosa de los Monteros, muestra las doce estrellas que menciona Juan en su visión apocalíptica, aparte claro está, de multitud de piedras preciosas y perlas que fueron donadas para la ejecución de la obra.

Además de todo esto, la Santísima Virgen luce multitud de joyas que minuciosamente le han ido colocando las hermanas camaristas. Entre todas ellas podríamos destacar, entre otras, el rosario que lleva la Santísima Virgen en su mano derecha, ejemplar ofrecido por el Papa Juan Pablo II en su visita al Rocío en 1993; la salamanquesa, regalada por don Ignacio de Cepeda y Soldán, primer vizconde de La Palma del Condado; el broche de los infantes, compuesto por diferentes joyas que a lo largo del tiempo fueron regalando SS. AA. RR. los infantes don Carlos y doña Luisa de Borbón y Orleans, así como un broche de oro blanco y brillantes que recientemente ha regalado Carmen Sevilla.